Contextualizando el 11 de Septiembre

PAC

La imagen de La Moneda bombardeada ha dado vuelta el mundo desde hace 41 años y sin duda, ha sido el hito político más importante de nuestra historia reciente.

 Simbolizó el quiebre de nuestra democracia y el fin de un proceso que se inició en la década del 30, cuando después de la caída del general Ibáñez, Chile retomó el camino democrático con el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma.

De ahí en adelante, la democracia chilena había sido exitosa en resolver ciertos problemas. Menciono sólo dos:

  1. El tema de la estabilidad. A diferencia de otros países latinoamericanos, a partir de 1932 y hasta 1970, todos los presidentes fueron elegidos democráticamente y, salvo en el caso de Pedro Aguirre Cerda y Juan Antonio Rios, quienes murieron en el ejercicio de su cargo, los demás a excepción de Allende- se mantuvieron durante 6 años en La Moneda.
  2. El tema del pluralismo. Prácticamente todo el espectro político-ideológico estaba representado en partidos o movimientos, hecho que contrastaba con otros países latinoamericanos. Por ejemplo, la falta de representatividad de la derecha en Argentina y la exclusión de la izquierda en Centroamérica.

Sin embargo, nuestra democracia tenía varias limitaciones. Las mujeres, por ejemplo, sólo tuvieron acceso al voto en 1945 para las municipales y en 1952 para las presidenciales.   Hasta finales de la década del 50 sólo votaba un porcentaje escaso de la población. Dicho de otro modo, vivíamos en una democracia más bien formal, aunque la alternancia en el poder y el pluripartidismo le daban a los ojos del mundo, una apariencia normal y exitosa. Además, los gobiernos eran más o menos efectivos. Es decir, había gobernabilidad y el Ejecutivo, el parlamento y los partidos se demostraban capaces de resolver institucionalmente los conflictos.

Pero debajo de esa apariencia de normalidad, nuestra democracia no había sido capaz de solucionar los verdaderos problemas de fondo en el ámbito económico y social.

 El crecimiento de nuestra economía era lento e insuficiente. El PGB entre 1940 y 1970 fue en promedio sólo de 3.8% anual y la estrategia aplicada de crecer hacia adentro sustituyendo importaciones mediante el desarrollo de la industria nacional protegida por altas barreras aduaneras, no fue útil para el desarrollo del país. Las cifras de extrema pobreza oscilaban entre el 20 y el 25% de la población hasta 1973 y la salud, educación y vivienda no llegaba a los sectores más desposeídos.

La crisis estaba latente y era una crisis integral. El diagnóstico había sido hecho en 1956 por Jorge Ahumada en su libro En Vez de la Miseria y pese a los intentos por superarla a través de proyectos también integrales como fue el de la Revolución en Libertad de Frei Montalva y el de la revolución marxista de Allende, fue sólo la revolución realizada por el gobierno de las FFAA, la que en definitiva dejó atrás dicha crisis, dando inicio a un nuevo período en la historia de Chile.

         El golpe no fue un hecho casual o azarístico, sino la culminación de esa crisis integral que venía gestándose desde mucho tiempo antes y que cobró carácter de enfermedad terminal bajo el gobierno de la Unidad Popular.

        El 11 tampoco fue un cuartelazo al estilo latinoamericano por medio del cual un jefe, o varios jefes militares con mando de tropa se tomaron el poder por ambición política personal. Lo que pasó el 11 fue que las Fuerzas Armadas se pronunciaron activamente dando un golpe institucional como último recurso para poner orden y evitar el caos, el desgobierno y una cruenta guerra civil.

Decir esto es importante, porque las FFAA como tales, no tenían ninguna ambición política en Chile, y no la tenían desde el año 1931, cuando cosecharon los amargos frutos de la caída de Ibáñez. Las FFAA siguiendo la tradición portaliana, estaban en sus cuarteles, estaban conformes con su rol profesional y si decidieron actuar, fue entre otros factores por la presión de la ciudadanía y para defender –aunque parezca paradójico- el sistema democrático frente a la amenaza de que se estableciera en Chile un gobierno dictatorial.

Con todo, las causas o antecedentes que explican el 11, son diferentes y distintas a las que explican el 12 y luego, el gobierno militar. Después del 11 se genera una dinámica propia que da inicio a un nuevo proceso que se regirá con otros parámetros, otros métodos, otros proyectos cuyas consecuencias son conocidas.