Dora Koeppen

Patricia Arancibia Clavel

Dora Koeppen pertenece a ese selecto grupo de mujeres chilenas que protagonizó una historia notable y emocionante, que comenzó a forjarse en la Araucanía.

Dora Koeppen nació en Antofagasta el 21 de enero de 1918, hija de Hermann Koeppen y Dora Maisan. A los dos años perdió a su padre, y junto a su madre se traslada a Comuy, en las cercanías de Temuco. Desde muy pequeña sintió un interés especial por la aviación, el que se fue acrecentando al leer libros y artículos técnicos que su padrastro, profesor de la Escuela Industrial de Temuco traía para sus alumnos.

En 1939 , Mucky, como le decían familiarmente, ingresó al Club Aéreo de Temuco, donde sus condiciones de pilotaje pronto la hicieron sobresalir y el 3 de febrero de 1940, se presentó a examen ante una comisión nombrada por el Club Aéreo de Chile, lo que constituyó un acontecimiento relevante en la vida cotidiana de Temuco.

Luego de su examen, en el que “demostró especial pericia en los ocho flojos, virajes escarpados y aterrizajes de precisión”, fue agasajada en el casino de oficiales del Grupo de Aviación N° 3, donde su comandante, en representación del Club Aéreo de Chile, le hizo entrega de la piocha y brevet de Piloto Aviador de Turismo.

Desgraciadamente, el único avión del club se estrelló por esa misma fecha e, impedida de seguir volando en Temuco, Dora se vino a vivir a Santiago. Ingresó al Club Aéreo de Chile, donde rápidamente destacó por su entusiasmo y capacidad, participando en cuanto raid o vuelo de importancia realizara la entidad, además de cumplir un relevante desempeño en la campaña Alas para Chile, organizada en 1940 a favor de la aviación deportiva, con el apoyo del gobierno de Pedro Aguirre Cerda.

Por esa fecha, los aviones de la empresa norteamericana PANAGRA, a su paso por territorio nacional, integraban a su tripulación un aviador chileno, en calidad de “Oficial de Ruta”. Como un reconocimiento especial para ella, la Fuerza Aérea la designó para cubrir el tramo Santiago-Antofagasta, el 7 de julio de 1941, concitando un enorme interés periodístico en su ciudad natal.

Otro de los homenajes recibidos consistió en un retrato en uniforme de aviadora que realizó el pintor húngaro Lazlo Cseney , premiado en el Salón Nacional de 1941.

A mediados de 1943, la Línea Aérea Nacional (LAN) renovó su flota de aviones, lo que llevó a la necesidad de crear el Servicio de Auxiliares de Vuelo. En septiembre de ese año y con un sueldo de $ 1.560 mensuales, Dora fue contratada como la primera auxiliar de vuelo que hubo en Chile. En su homenaje, LAN-Chile instituyó el 7 de octubre como el Día del Tripulante de Cabina.

Ese mismo año, cumplió la proeza de llevar un pequeño monoplano desde Santiago a Antofagasta, en una ruta peligrosa y carente de ayuda, en la que ya se había estrellado otro avión de iguales características, resultando su piloto gravemente herido. Dora cubrió el trayecto en tres días, haciendo escalas en Quintero, Ovalle, La Serena, Copiapó y Taltal, siendo recibida en Antofagasta como heroína, concitando gran cobertura de la prensa nacional.

El 16 de marzo de 1962, en la plenitud de su vida, a raíz de complicaciones surgidas de una operación a que fue sometida, ella falleció en Santiago llenando de dolor a todos los que la conocieron, respetaron y quisieron. Sin embargo, el recuerdo de Dora aún perdura en el corazón de los viejos aviadores chilenos y de la Línea Aérea Nacional.